
Necesitamos comer para seguir vivos, pero una vez extraídos los nutrientes, los restos inservibles para nuestro organismo necesitan salir del cuerpo si no queremos acabar intoxicados. Fétida y desagradable, la mierda es inseparable del ser humano y su presencia, más allá de lo físico, es una de las metáforas más extendidas para retratar lo putrefacto de nuestras sociedades.
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